Apliquem la Psicologia al Creixement Personal

miércoles, 4 de julio de 2012

Primera Parte: la búsqueda



La carretera estaba desierta. El día había transcurrido sin pena ni gloria y volvía de nuevo a casa con la sensación de vacío. El cansancio le recorría todo el cuerpo haciéndose evidente en sus ojos, los cuales hacían el intento de cerrarse. Su dedo los frotaba con fuerza al mismo tiempo que largos bostezos se mezclaban con la voz del locutor de radio retransmitiendo las noticias, que quitando ciertos matices, no dejaban de ser las mismas que el día anterior. Tenía la sensación de encontrarse totalmente preso de una función teatral que se repetía día tras día, en la que él era el protagonista principal. La obra se titulaba: El Sinsentido de la Vida, y la representación era diaria.  
No tuvo tiempo de frenar. Se la llevó por delante. Fue del todo imposible reaccionar. Salió rápidamente del  coche a socorrerla. Era una chica joven. No respondía. Sin pensarlo la cogió en brazos y la acomodó en el asiento trasero. Arrancó y se dirigió al hospital a toda velocidad. Sabía que no estaba haciendo lo correcto, tendría que haber llamado a una ambulancia y esperar que la reanimaran. Pero algo lo impulsó a actuar de esa forma. Al cabo de unos minutos la chica despertó y como si no hubiera pasado nada le pidió que la dejara bajar. Paró el coche y ella bajó. Él continuó la marcha pensando que no había hecho lo correcto, tendría que haberla llevado igualmente al hospital para que la examinaran. Frenó en seco. Dio media vuelta y fue a buscarla. Se pasó toda la noche recorriendo la carretera en los dos sentidos. No la encontró. Estaba apunto de amanecer, cuando volviendo ya dirección a su casa, vio en el arcén una mochila. Dentro había una carta que decía:


Estaba cansada de verte bostezar, de verte sumergido en una queja constante, de tu pesimismo, de tu vagancia, de su obtusa forma de ver la vida. Quise darte una lección. Por eso me tiré encima de tu coche. Ahora estas condenado a continuar buscándome. En lo que te queda de vida estás dulcemente condenado a encontrarme. Soy tu Oportunidad. La Oportunidad de tu vida. Ahora cada mañana tendrás un nuevo reto. Estarás obligado a abrir bien los ojos. Recuerda: puedo estar en cualquier sitio.