Apliquem la Psicologia al Creixement Personal

miércoles, 4 de julio de 2012

Segunda Parte: el encuentro



No pasaba día que no la buscara. Cada mañana se despertaba con su imagen en la cabeza. Sus días ya no eran una repetición. La obra de teatro tenía un nuevo título: la búsqueda de mi oportunidad. Gracias a esta feliz persecución, pasó los días más apasionantes de su vida. Pero pasaron los meses y su búsqueda se fue frustrando ya que no conseguía encontrarla. La felicidad que sentía al principio se acabó transformando en decepción. Como despierto no la encontraba, decidió ir a buscarla dormido. Una noche se dispuso a indagar en sus sueños en busca, de al menos, una pequeña pista. Esa noche soñó con ella. Revivió la escena del accidente. A partir de entonces, cada noche se repetía el mismo sueño: veía a la chica, no podía frenar, impactaba contra ella y ésta se desintegraba en trozos muy pequeños. No conseguía recordar nada más, ya que se despertaba de golpe aturdido. 
Un día decidió ir al lugar donde empezó todo. Paró el coche en el arcén. Se quedó un buen rato de pie. Con los ojos cerrados, intentó revivir la escena del sueño por si recordaba algún detalle. No hubo suerte. Subió al coche y arrancó. De golpe oyó un estruendo pitido. Detrás suyo había un camión intentando frenar. Pero no tuvo tiempo. El camión volcó al mismo tiempo que impactaba contra el coche. Él estaba consciente, no le había pasado nada. El conductor del camión también estaba ileso. La carretera había quedado colmada de la carga del camión. Eran semillas. Salió del coche y cogió unas cuantas con la mano. Las miró de cerca. En ese momento recordó el sueño. Ella se desintegraba en semillas. De repente entendió que por mucho que la buscara no la podría encontrar. Él tenía que crearla. Tenía que plantar la semilla de su Oportunidad, regarla y cuidarla. Él era el responsable de hacer crecer su Oportunidad.