Existen dos pueblos. El pueblo de la Imaginación y el pueblo de la Razón. En el pueblo de la Imaginación vive un significado. El pueblo de la Razón considera ese significado como algo extraño y sin sentido. Entonces tal significado quiere darse a conocer. Decide ir hacia el pueblo de la Razón, y para tal fin, alquila un coche llamado metáfora que lo transportará hasta dicho pueblo. Cuando llegue, el pueblo de la Razón verá el significado de cerca. Ya no lo considerará como algo extraño, lo entenderá y lo acogerá. De esta forma, la metáfora se convierte en el vehículo dónde viaja el significado. El trayecto lo realiza por una carretera con baches que une estos dos pueblos. La intención es que cuantos mas significados a bordo de la metáfora crucen esta carretera, más se allanará y más rápida será. Es decir, gracias a que el significado quiera darse a conocer, estos dos pueblos tendrán la posibilidad de estar mejor comunicados, llegar a entenderse y trabajar juntos.
Tenemos la tendencia de
captar el mundo utilizando un pensamiento lógico-formal (Hemisferio Izquierdo). De la
misma forma interpretamos los problemas que se nos presentan. Para
solucionarlos, estamos desbordados de consejos racionales de los que
se derivan estrategias que no acaban de funcionar. La metáfora
es una buena herramienta para plantear los conflictos y sus posibles
soluciones desde unos parámetros diferentes usando un pensamiento imaginativo (Hemisferio Derecho). Este cambio de
enfoque permite adquirir una consciencia diferente de nuestra vida personal. De ninguna forma se sugiere
desechar el pensamiento lógico, ya que este es esencial en el
proceso que nos ocupa. Este tipo de pensamiento nos sirve para poder
elaborar después el significado que hay detrás de la
metáfora. El objetivo es
integrar la imaginación y la lógica para que trabajen
hacia un fin común: una mayor consciencia de uno mismo.